Según como se presentan, las etiquetas de vino chileno tienen distintas
personalidades. Está el vino racional y académico, cuyo texto seco y preciso describe meticulosamente cada rasgo del terroir y de la nota de cata; están los
vinos “creativios” que incluyen la obra colorinche de algún pintor nacional;
están los vinos tradicionalistas, vestidos de escueta etiqueta blanca con el dibujo de la
viña; los hay también vinos bonachones y esotéricos, hipsters y nerds,
aspiracionales y elegantes. Y hay, además, otra serie de vinos que son más
sentimentales, más blanduchos, más delicados si se quiere: los vinos
"emo". El vino "emo" es aquel que apela a los sentimientos
del consumidor para invitarlo a comprar el vino, basándose no en su terroir de
proveniencia ni en la nota de cata sino en una prometida experiencia de consumo
ideal. Los vinos emo abren por lo general su contraetiqueta con una aseveración
melosa. Así ocurre por ejemplo en la línea Emoción
de Starry Night, cuyo texto comienza con la frase “el vino es vida, placer, alegría… un sinfín de emociones”.
De igual manera, la línea Sofía de
García Schrader (2010) incluye a modo de manifiesto que “Sofía nace
fruto de nuestro amor, de la alegría de vivir y disfrutar lo que la vida nos
entrega”. Días de Verano de Miguel Torres, más
sutil y peor redactado, hace una larga vinculación entre los recuerdos que
surgen al consumir el vino y los días de verano que lo vieron crecer al alero
de la cordillera de la costa. La Joya
de Bisquertt no se queda atrás, llevando el discurso emo a un grado mayor de complejidad.
La contraetiqueta presenta un fragmento de tono marcadamente lírico que hace de
La joya no solo un vino emotivo sino
que un vino poeta:
“Ilumina maravilla de la tierra de Colchagua,
que tu aroma refleje tu alma inquieta, que tu textura despierte miradas amantes
de la vida.
…Brilla, que tu luz
ilumine nuestras mesas…”
La "expresión de emociones, sentimientos o sensaciones respecto de
una persona u objeto de inspiración" es lo que definiría, precisamente, al
género lírico, según asevera el sacrosanto wikipedia y todas las guías que leí
en mi etapa escolar. La máxima de Horacio “si vis me flere dolendum est primum
ipsi tibi” (Si quieres verme llorar, has de llorar primero tú) devela una de
tantas creencias que subyacen a entender la escritura como expresión de
sentimientos: la idea de que las emociones son capaces de trasvasijarse
íntegramente de escritor a lector, de modo que el texto constituye un medio transparente
de comunicación de la subjetividad. El apasionado redactor de la etiqueta emo,
al parecer, subestima la descripción somera del vino serio, porque aún le
cuesta comprender que la emoción como efecto no siempre se desprende de una
escritura emocionada. Las palabras de por sí poseen múltiples resonancias que
pueden provocar emoción o sensaciones; la sequedad de una somera nota de cata
ya es capaz, de por sí, de hacernos imaginar un vino antes de beberlo.
En cambio, ustedes
coincidirán conmigo si afirmo que el vino es mejor vía
para la transmisión de sentimientos que el papel; basta que esté presente en
una reunión para que la conversación fluya por horas, liviana o profunda, lúcida o alegremente incoherente, graciosa o apasionada. Mientras así sea, las etiquetas emo seguirán
haciendo eco de la respetable máxima según la cual lo que mejor hacemos los
chilenos es hacer vino y escribir poesía. Una máxima también emo de un país
indiscutiblemente emo.
Javiera, me encantaron tus "divagaciones". Quizás otra manera de decir lo mismo la tiene Nano Stern en su canción del vino : "el vino que a todos nos vuelve finos ... y nos enseña a cantar". Como Sofia, que dice que el vino nace de la alegría de vivir y disfrutar lo que la vida nos entrega. O tus lindas palabras "que la conversación fluya por horas, liviana o profunda, lúcida o alegremente incoherente, graciosa o apasionada". ASi esta canción que les propongo escuchar transmite toda esa emocionalidad del vino :https://www.youtube.com/watch?v=SPu3OLO59WI
ResponderBorrar