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viernes, 25 de julio de 2014

VINO EN BOTELLA EN CAJA

Posted by Unknown On 9:52 a.m.

Dicen que los gatos tienen siete vidas, o, al menos, buena suerte. Que si matas a un gato aparece el mismo gato en su lugar, como en los dibujos animados. El clásico Gato en caja, compañero de las tardes de parque y carrete, nos ofrece algo mejor: un vino en botella en caja. ¿Qué quiere decir esto? Fácil. Es un vino que viene en caja, pero que originalmente fue un vino en botella. O bien, básicamente, un vino de altísima calidad que, luego de una guarda de muchos años, fue abierto para ser vertido dentro de la caja, sellado y lanzado al mercado. ¿Qué otro vino encartonado podría competir con este Gato? Los vinos en caja, obviamente, son inferiores en calidad respecto de un vino en botella en caja.

El gesto del dibujo de la botella en el cartón, pese a parecer inocente (¿lo es?), genera no solo una reflexión sobre los soportes que permiten el discurso del vino, sino una simpática parodia de su representación. La imagen, claro está, no pretende ser creída por nadie: como mucho, genera un desprestigio del propio vino de Gato—¿el vino de sus botella es el mismo que el de sus cajas?—o de su inútil pretensión arribista de pintarlo como otra cosa que la que es. El caso es que esto último es lo que hacen, de una u otra manera, todas las etiquetas de vinos, cuya representación de la bebida de Baco llama a la imaginación, promete y disfraza.

Quienes aún no han leído el Quijote no saben que Cervantes no escribió la novela, sino que la transcribió a partir de un texto hallado en un manuscrito de Cide Hamete Benengeli, historiador musulmán que recoge la conocida historia del héroe como también las narraciones intercaladas que, a modo de muñecas chinas, se interponen en el relato modalizando la enunciación. Una historia dentro de la otra permite siempre el juego y el engaño. Por suerte, solo el “vino en botella en caja” hace impúdicamente explícito este gesto de siempre.

2 comentarios:

  1. ¡Hola Javiera!
    Junto con felicitarte por el texto, quisiera comentarte que hace poco expuse en twitter algo similar a lo que planteas, que si bien no es tan explícito y gráfico como es el caso del vino Gato, se orienta también a segundas intenciones.
    El vino es el Nativa Nouveau, de Santa Rita. Que hace clara referencia al “beaujolais Nouveau” un vino de corta fermentación elaborado con la variedad gamay, muy popular en Francia (es algo así como un pipeño, pero francés)
    Este ejemplar de vino chileno en cuestión, promete algo similar, de hecho, también pasa por un corto periodo de fermentación, siendo a diferencia del francés, un merlot. Lo que me inquieta son dos cosas. Uno, la necesidad de apoyarse en una característica de un vino extranjero, para lograr un alcance y que el público (de preferencia oriental) vaya siendo guiado para saber más o menos de que trata. ¿Comprensible?
    Históricamente la falta de confianza en ese aspecto nos ha acompañado bastante. Antes los vinos llevaban una referencia que por lo general iba en francés, para identificarlo o en muchos casos, presumir: “maragaux”, “burdeo”, “borgoña”, “clos” , “rhin” etc.
    Lo segundo y creo que es lo más simple y jodido, es que no me cuadra algo que aluda o sea relativo al lugar donde se ha nacido (Nativa) y, que volviendo a lo anterior, se refiera a algo que a todas luces, es muy poco nativo (Nouveau).
    En fin, el tema es para darle cuerda y no parar.
    Saludos y que estés super, te dejo una referencia para que veas la botella de la cual te hablo.

    https://www.behance.net/gallery/16906899/NATIVA-Nouveau

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    Respuestas
    1. Hola Álvaro!! Efectivamente, el tema da para darle cuerda y no parar. Además del vino que comentabas, hay muchos otros ejemplos recientes de etiquetas que aluden a referentes extranjeros—sobretodo franceses—, aparentemente a fin de “subirle el pelo” al vino chileno. Efectivamente, es un gesto que se remonta al XIX y primera mitad del XX, cuando se instaló la práctica de nombrar vinos chilenos con denominaciones de origen extranjeras como las que mencionabas más arriba. Al respecto, hay una colección increíble de etiquetas de inicios del XX que Santa Carolina prestó a la USACH que muestran precisamente esto y a las que espero volver a acceder cdo vuelva a Chile para poder comentar en el blog (además que hay algunas etiquetas muy bonitas).
      En fin, como ya sabes, el tema no se reduce a las denominaciones de origen. Una de las primeras entradas que escribí en este blog era sobre vinos chilenos con nombres en latín. Supongo que ese gesto y otros van a estar siempre, pero el problema se agudiza cuando lo burdo de los procedimientos—como llamar “Nativa” a un vino que alude a una cepa extranjera—demuestra una completa ignorancia respecto del poder del lenguaje y de la importancia de los discursos con que se construyen simbólicamente nuestros productos. Supongo que esta clase de gestos, que siguen perpetuando lo que pasaba en Chile más de un siglo atrás, le hacen, como entonces, muy poco bien a la industria.
      Eso, obviamente los ejemplos sobran y esto da para sumar y seguir. Mil gracias por el comentario, y mucha suerte!

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