Con tecnología de Blogger.

domingo, 25 de octubre de 2015

HEDONISM (O sobre las tiendas de vino en Londres #1)

Posted by Unknown On 4:01 p.m.


Si hubiese un borracho tan inteligente, sensible y lúdico como Borges—y me temo que los hay, sin duda—quizá podría haber dicho que el paraíso no es una biblioteca sino que una fantástica cava o una gran tienda de vinos. Claro: la cava de una (al menos la mía) siempre es humilde y reducida, pero a la tienda de vinos podemos entrar sin permiso, ensoñarnos en la idea de nuestra propia colección ideal, si es que pudiéramos tener una tan bien nutrida. De hecho, reconozco que con las tiendas de vino y con las bibliotecas ajenas me pasa lo mismo que cuando chica me pasaba con las tiendas de útiles escolares, y me imaginaba cómo sería tener todos esos lápices, papeles, pinturas y libretas en mi casa, todo el año, sin que se agotaran nunca. La tienda de vino, cuando es buena, debiera invitarte a imaginar tu propia cava idílica, infinita e inmortal, paradisíaca.

Escribo esto porque, por alguna de estas muchas casualidades de la vida, me vi irremediablemente forzada a visitar las principales tiendas de vino en Londres. Muchas de ellas me gustaron, pero algunas pocas me encantaron especialmente, por lo que quise escribir sobre ellas. No se equivoque: esta no es una guía para recorrer tiendas de vino en este gran pueblo. Si es Ud. de una revista y esa nota le interesa se la redacto inmediatamente. Pero esta entrada tiene menos que ver con las tiendas de vino en Londres--que, recordemos, es el gran importador de vinos en el mundo--que con sus equivalentes chilenas.

La primera tienda que amé, la más borgeana, se abrió hace solo tres años y lleva por apelativo Hedonism (Hedonismo), un nombre que le queda perfecto. La verdad es que ni siquiera sé cómo partir hablando sobre ella, porque me queda grande antes de haber dicho una palabra. Su dueño es un ruso que no sabía en qué gastar su fortuna y decidió, hace tres años, instalar en Londres una tienda de vinos colosal. Después de recorrer otros locales en la ciudad, pensó que ninguno lo satisfacía, que le era desagradable ir tienda por tienda buscando uno a uno los ejemplares que particularmente le interesaban. Quería poder encontrar todos los vinos del mundo en un solo lugar. Entonces, ¡fácil!, compró en Mayfair cuatro locales consecutivos e hizo de ellos una tienda de vinos enorme que tiene ejemplares de todo el mundo. En datos: 6.000 variedades de vinos y 2.000 variedades de espirituosos.

Lo más espectacular de Hedonism es la disposición espacial de la tienda, que no solo es gigante, pero está pensada para replicarse a sí misma, y volverse infinita. En el primer piso encontramos los vinos blancos y espirituosos, además de toda clase de implementos maravillosos relacionados a ellos (de decantadores y copas a libros y vinilos). Este primer piso es el más clásico y cool, tiene copas de vino colgando sobre la mirada de los clientes, y las distintas tonalidades de los spirits y champagnes le dan el appeal de una gran tienda boutique—de hecho los escaparates parecen estar destinados a joyas más que a botellas, como dice una revista acá en UK.












Cosas aún más interesantes pasan cuando uno baja. El subterráneo está diseñado como un gran sótano y es el espacio destinado a los vinos tintos (“red wines” me encanta, en inglés). Las repisas a plena vista alojan las añadas y los productores más famosos del mundo, presentando los vinos más caros del orbe instalados en hileras contiguas y en un solo lugar. Es como estar en un museo, imposible tocar y menos beber nada. Cada centímetro del subterráneo está cuidadosamente pensado para ser descubierto por el observador curioso, por lo que uno puede encontrar mil detalles diferentes si es que mira y busca con atención, mil rincones, que van desde la distinta disposición de las botellas a libros o vinilos escondidos, sin contar las habitaciones dedicadas a diferentes estilos o marcas cuya entrada no aparece a simple vista: una a Dom Perignon, por ejemplo (con añadas del 1957 en adelante) hasta una pieza dedicada especialmente a Sine qua non, de especial gusto del dueño. Uno de los que más me gustó es una pequeña y escondidísima pieza ambientada como un bosque nutrido o como un sótano al cual se hubieran colado las raíces de los árboles, que envuelven las botellas de vino.













No solo son estos los detalles. Considerando que estamos en Halloween, Hedonism estaba “espeluznantemente” decorada con muertos, cuervos y telarañas. La escalera estaba ambientada con hojas secas y ramas, y cuadros de los integrantes del staff vestidos como convictos colgaban por toda la tienda. De hecho, cuando llegúe, pensé que la estaban arreglando, cuando la verdad es que la habían ambientado como la escena de un crimen.










La configuración espacial de Hedonism, el manejo del detalle, la enorme colección y la cantidad de recovecos y lugares especiales que pueblan la tienda enfatizan la experiencia del vino como exploración, como encontrar lo que nadie conoce y lo que está escondido, como un viaje personal en busca del ejemplar más remoto e interesante. La tienda es un gran Aleph del vino mundial, que atmosféricamente te hace sentir lo inabarcable del recorrido, es un laberinto en el que uno puede fácilmente perderse buscando la botella más atípica o más perfecta
 de todas. De hecho, buena parte de la gente que viene regularmente dice encontrarse después de mucho tiempo con lugares de los que nunca antes se había dado cuenta.

Las tiendas de vino en Londres pelean contra los supermercados, que controlan algo así como el 80% del mercado en el país. Para ello, han desarrollado estrategias para hacer del vino una experiencia, para acercarlo de otra manera al consumidor, y para poner en valor la obra de los pequeños productores. Hedonism no tiene ofertas ni descuentos, no se acerca las personas desde su bolsillo; en cambio, las lleva a imaginar cavas infinitas e incluso imposibles. Claro, es la tienda de un millonario, podría alegarme alguien. Sí, pero en Londres también hay otras tiendas menos impresionantes y más humildes, de pequeños imaginativos como tú o yo, que también me han volado la cabeza. Como ya he escrito lo suficiente hoy, puedo decir que ellas serán motivo de las próximas notas.