En uno de los capítulos antiguos de La belleza de pensar, el historiador
Claudio Díaz se refirió a los dos mitos que, a su juicio, modelan aún la
idiosincrasia chilena. Uno de esos mitos recogía el legado simbólico del
Combate Naval de Iquique; el otro—el que me interesa—reflexionaba en torno a la Patagonia como el fin de un
camino, de aquél recorrido por nuestro angosto país de norte a sur para
encontrar lo que nunca se halló: la Ciudad de los Césares, el oro prometido por
los incas y, por qué no, el paraíso. Hoy, el extremo sur pareciera ser para los
chilenos del centro y del norte un espacio verde deshabitado, concurrido tal
vez solo por algunas ovejas y pájaros y disponible únicamente para las
vacaciones. Las fotos de las Torres del Paine que circulan en Chile y en el extranjero
hacen de este “locus amoenus” nacional un lugar de enorme atractivo para los
turistas nacionales e internacionales, que viajan miles de kilómetros para encontrar
un lugar desvinculado de la vida urbana, caminar por los glaciares y tomarse un
“vodka on the rocks” con el hielo milenario directamente extraído de su fuente.
Glaciar Grey |
En la nota pasada ya he hablado acerca de la presentación metafórica del terroir
en algunas etiquetas de vino chileno y del “locus amoenus” como tópico que
logra articular hábilmente distintas estrategias para su presentación. Aún no
había hablado de ciertos casos en las que la presentación de un terroir
“metafórico” llega a ser tan lejana que se pierde toda vinculación con su
referente real, verdadero origen de las cualidades del vino. En cambio, sí he
sugerido ya, por medio de la práctica—o al menos así me gustaría que se hubiese
percibido—la urgencia de repensar las relaciones entre la
producción vitivinícola y el patrimonio nacional, así como los modos en que creamos
cultura en torno al vino y lo modelamos como objeto simbólico, algo imposible
de hacer si estas relaciones no se basan en lazos fuertes entre su terroir de
producción y la comunidad local.
Los
mitos no están mal, solo si no quedan lejos. Y la Patagonia le queda al
vino, creo, un poco demasiado lejos, un poco demasiado helada.
Hola Javiera.
ResponderBorrarLa verdad es que este tema en particular me saca sonrisas y a veces me deja bastantes incertidumbres.
Me acostumbré por años a escuchar pavadas como que el vino de X viña, da bautismo a una botella debido a un elemento en particular relacionado al deporte que practica el dueño. Otros, que en total congruencia recuerdan a algún ascendente, valido pensando que en España y Francia era la costumbre indicar la maison, chateau, nombre del viñatero o algún detalle de la geográfico relacionado con el "terroir". Era la relación incondicional entre lo que se hacía y de donde salía.
Bien, eso no es novedad. Pero no existe la urgencia de repasar como bien dices las relaciones directas entre el lugar y su resultado. Por un lado los publicistas o departamentos de las viñas corporativas, funcionan sobre el resultado del "como suena", y si ese como suena puede relacionarse al consumo y promoción mucho mejor independiente del acercamiento geográfico. Es complejo entendiendo que funcionan en base a resultados, meta, bonos y sonrisas.
Sumemos la actual necesidad de tener definiciones a priori para clasificar a los vinos, retomando términos como "secano", "profundo", "costero" y otros similares que en teoría debieron manejarse incluso antes de definir por ley las D.O. Pero sucedió después y ha costado en algunos casos reincoporar estas definiciones junto con el etiquetado en lo que es la industria. Tienden a pensar que el consumidor no debe confundirse con el nombre completo.
La esperanza yace quizás, en que acá todo acontece retrospectivamente, la industria avanza pero ahora se vuelca cada cierto tiempo. Tiendo a creer y quizás a poner algo de fe, que esto puede volver a enlazarse, pero estos temas son bastante travestidos, y puede nuevamente volver a pesar la mejor idea que no necesariamente, se encuentra a diez metros de la parra.
Saludos!
Hola Álvaro!! La verdad es que, por mi parte, no estoy en contra de las etiquetas con estrategias más arriesgadas o que "suenen bien"; lo que a veces me desconcierta es la falta de tino con que estas estrategias se aplican e integran al discurso general, dando paso a vinos que en vez de plantear una propuesta consistente, incurren en incongruencias que podrían evitarse. En lo que respecta al terroir, las D.O y otras categorías, esta claro que, pese a no ser novedades, los consumidores chilenos aún no las conocen. Esto es lo que reflejan etiquetas como las que mostré arriba, lamentablemente.
BorrarConcuerdo mucho con lo que dices y espero que efectivamente esos temas puedan irse reintegrando, eso no es solo importante para los vinos que se distribuyen aqui en Chile pero también para pensar la imagen que tienen los vinos chilenos en el extranjero. ¿Es necesario hablar de la patagonia o de la araucanía para hablar de vino chileno? Son temas que tienen que reflexionarse.
Elaborar cualquier discurso es un trabajo de sutileza y precisión y requiere trabajo de artesano. Creo que, al margen de la estrategia escogida, cualquier equipo de marketing debe aspirar a lograr esa consistencia.
Muchos saludos!!
concuerdo, con ambos, excepto en el uso libertino del concepto terroir como una alusión geografica. Una cosa que debe tenerse clara es que, en terminos simples, el vino debe ser la imagen del terroir, esto es que Itata huele a itata o biobio a Biobio y colchagua... bueno Dios sabe a que huele colchagua. La expresion del terroir no solo es el suelo, si yo modelo el clima (con riego por decir algo polemico) la expresion natural deja de existir: maceteros no son terroir. De que sirve conocer toodos los perfiles y origenes geologicos del suelo si las raices no los exploran? De que sirve si voy a agregar fertilizantes en el gotero para llegar a 18 tons/ha? ahi ni siquiera hay expresion local, menos terroir y mucho menos identidad y obviamente nunca, nunca jamas, vinos unicos. Osea, lo que pongan en su etiqueta las viñas que riegan practicamente me tiene sin cuidado, marca es marca, cocacola es cocacola y nadie pregunta de donde salio el acido fosforico que le ponen. Creo que hay que acotar conceptos, "grey" o Yelcho, no estan pensados para ser vinos con identidad, estan pensados para vender a traves de una marca. Saludos
ResponderBorrarHola Javiera, felicitaciones por la crónica.
ResponderBorrarEstoy de acuerdo con loq ue expresa Alvaro y Juan en sus comentarios, pero quisiera aregar que la etiqueta es una cuestión de marketing que al que no conoce de vinos poco le importa, su único cometido es lograr un impacto que redunde en una compra compulsiva, si luego gusta es otro tema.
Para muestra, recuerden aquel Pinot de Undurraga en botella caramagnola, digamos que se ha avanzado bastante jajajjaa.
Saludos.
Me gusta pensar que tras un vino puede haber una propuesta. Sea cuál sea. Si está bien armada puede coexistir con una buena estrategia de marketing. Creo que el terroir y las D.O están demasiado pocas veces en el centro de esas propuestas, e incluso operando en sentido contrario, como en este caso. Gracias por sus comentarios!!
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