Cuando recién entré a estudiar literatura solía decir, entre la seriedad
y la broma, que la mía era una carrera de sobremesa. Esto es: especializada en
la acumulación de anécdotas librescas que cumplían con la
interesantísima función de entretener a los comensales dominicales, pero que
aparte de eso no tenía ningún impacto en el mundo de hoy (en mis peores momentos
he creído que este era un diagnóstico incluso demasiado optimista). Por eso me
sorprendió cuando, algunos años después, conocí la página web "Apuntes de
sobremesa" (www.apuntesdesobremesa.cl) donde Harriet Nahrworld y Enrique Rivera "apuntan" sus
avatares relativos al vino, a la gastronomía y a otros temas como incluso (en alguna contada
ocasión) la literatura, dibujando a partir de sus crónicas lo que al lector
le parece no solo un grupo de reseñas actualizadas sino más bien un mapa de
exploraciones. Lo de "apuntes", como una cierta reflexión o
sistematización de aquello que originalmente constituye un espacio del disfrute
(la sobremesa) me pareció, de hecho, una linda metáfora de la profesión
literaria.
“Apuntar” ayuda a levantar, complejizar y enriquecer nuestra relación
con aquello que nos gusta, haciendo que podamos disfrutarlo aún más intensamente. Algo así ocurre en las mejores reseñas de esta
página, que consta de notas bien escrititas, de prosa suelta, amable, y al
mismo tiempo, precisa. Se impone, las más de las veces, el profesionalismo
ordenado y ameno, que contribuye a la claridad de los textos. Con todo, la
página se constituye como un referente importante de consulta, que hace
justicia al prestigio actual de sus autores en la crítica gastronómica y
de vinos en Chile, y que sigue la misma línea que después Nahrwold desarrollará en
su libro Vinos de Chile.
La tarea llevada a cabo en “Apuntes de sobremesa” refuerza ciertas
convicciones que mantengo hoy en lo que respecta a las relaciones entre mi
propia disciplina y el mundo del vino. Una aproximación al vino nacional y
extranjero desde los estudios literarios contribuye a la revalorización de la
cultura del vino, a su estudio como objeto simbólico, y a la presentación de su
consumo como una experiencia propiamente estética, respecto de la cual hay aún
mucho que estudiar y decir. Aspectos que, pese a ser indispensables para la
proyección del vino nacional, han sido sólo incipientemente desarrollados en el
ámbito chileno, y que la industria debiese, cada vez en mayor medida, promover
y descubrir. Levantada desde una orilla afín a la que intento explorar en este blog, "Apuntes de sobremesa", como otras apuestas contemporáneas y, evidentemente, como sus precedentes en la crónica y crítica gastronómica, ha, sin lugar a dudas, asfaltado este camino que de a poco otros podrán recorrer con cada vez más comodidad y arrojo.
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